​Hasta hace menos de mil años la gente creía que este lugar era el confín del mundo conocido. Más allá no había nada, sólo mar.  Si acaso, unas bestias monstruosas que vivían allí donde terminaba el océano y que devoraban a todo aquel que osase navegar por el “Mare Tenebrosum”. Afortunadamente estas ideas desaparecieron por completo con el paso del tiempo, pero aun así, hoy día este paraje sigue rodeado de misterio, de leyendas y de creencias que lo convierten en un lugar que arrastra una buena carga de misticismo.
Así es el Cabo de Finisterre: el mirador al Fin del Mundo:
El Cabo Finisterre es una península que se adentra 3 kilómetros en el mar de la Costa da Morte.

Su emplazamiento es de especial relevancia, ya que desde aquí todo lo que se ve (miremos a derecha, a izquierda o de frente) es mar. No en vano, Finisterre (o Fisterra) es el punto más occidental de Europa.
Por eso, desde la antigüedad se consideró este lugar el fin de la Tierra, o finis terrae, como lo bautizaron los romanos. Hoy día, en cierto modo, el Cabo Finisterre sigue siendo para muchos el fin de algo, el final de un camino, de un recorrido, tanto físico como espiritual.
Os recomendamos visitar la zona del faro, no sin antes haberos detenido en el santuario románico de Santa María das Areas que alberga en su interior la venerada imagen del Cristo de la Barba Dorada.

​Cuenta la leyenda que una embarcación se deshizo de él por tener dificultades en la navegación y que llegó al pueblo arrastrado por el mar. No dejéis pasar la oportunidad de acercaros a esta imagen para poder comprobar en persona si es verdad lo que todos cuentan: aseguran que le crecen los cabellos y las uñas…
​En el camino hacia el fin del mundo debemos conocer otro mágico lugar: las ruínas de la ermita de San Guillerme, un lugar impregnado de poderes mágicos relacionados con la fecundidad. De hecho, es este un lugar a donde, no hace todavía mucho tiempo, acudían esperanzadas las parejas buscando un milagro para concebir el hijo que no llegaba.
Siguiendo la misma carretera podremos deleitarnos a nuestro paso con las vistas de la Ría de Corcubión, con el Monte Pino de fondo.
El culmen de la visita es la llegada al Faro. Una vez allí sus majestuosas vistas os dejaran sin palabras, el mar batiendo con toda su fuerza y la sensación de que sólo el agua se interpone entre ese trozo de tierra y el nuevo continente os hará experimentar una sensación única.
No os podéis ir de Fisterra sin disfrutar de un atardecer desde el faro, toda una experiencia dónde la tranquilidad y la fuerza de la naturaleza os cautivarán!.